martes, 23 de junio de 2009

251

"En el delirio de la locura, la imaginación es el consuelo" André Breton


En la carretera 2 km 51,
tu nombre se da vuelcos en la arena.
y las gotas de niebla
imperceptibles,
caen ligeras.

Los gusanos que caminan por el aire,
me hacen transitar con más cautela,
y tus ojos se aparecen por la noche
empapados de olor a yerbabuena.

¡Corre de prisa, y no mires atrás!
una pizca de sal ha hecho acto de presencia
y contemplo enajenada su trayecto
cuál cristal refleja al relojero.

Un olor tan peculiar como ninguno
sucumbe hasta un mundo paralelo
y tus labios se convierten en susurro
que aprisionan el más puro anhelo.

Colores,
construyendo el claroscuro,
saciedad del humano;
hambriento.

El pasajero se ha vuelto
efímero,
un trozo de intermitencia
vólatil, etérea.

El corazón palpita
arañando las entrañas
cual presuroso sortilegio
no aguarda nada, solo calla

1 comentario:

Samuelósteles dijo...

Es interesante tu expectativa ante lo que cada quien diga.

Finalmente, creo que no hay como las catarsis naturales, esos corchos que salen disparados debido a la presión...

Y qué decir, me gusta la alusión que supongo se hace de la mujer de Lot... de alguna manera ver atrás es morir o quedarte como estatua de sal...

No había leído la entrada pero me hace pensar en los encuentros fugaces, en esos momentos de escape en algún paraje solitario (bendito bachillerato).

Y bueno, mientras un olor extaño llega desde las calles del centro (apestoso), me dispongo a cerrar mi comentario diciendo que la yerbanuena me parece un buen afrodisíaco... sobre todo si sirve de colchón.