sábado, 14 de marzo de 2009

Crónica de mi entierro.

Veo el mundo a través de un cristal, todos mis seres queridos están parados junto a mi, ellos lloran y visten de negro.

Quisiera hablarles, decir lo que pienso, pero eso ya es imposible, porque hoy ya es parte del pasado, mi nombre es uno más de la lista interminable que cada día aumenta.

Soy el cuerpo que regresa al polvo, y pronto seré el polvo que vuela libre por el mundo, libre de una cárcel de piel y huesos.

“Ellos” y “yo” somos distintos, porque “Ellos” sufren y “yo” ya no siento nada, simplemente observo. Observo como unos hombres cavan el hueco de la tumba, ese lugar infinitamente oscuro que será mi refugio terrenal, la evidencia póstuma de que existí.

Lentamente desciendo a mi orificio, y “Ellos” me dan el ultimo adiós, ese ultimo suspiro que escapará, un susurro de todo lo que es y nunca me fue dicho, un alivio al corazón de “Ellos”, porque soy “yo” quien se va.

A lo lejos logro escuchar una canción, de mariachis porque nunca me gustaron los llorones. La luz se va extinguiendo con cada montículo de tierra que cae sobre mi, y yo comienzo mi viaje aletargado a la eternidad....

yo cierro

Es abril, una hermosa tarde de abril. Estoy parada en inmenso jardín que se encuentra en la parte trasera del garage. El sol brilla, un as de luz se estrella en mi rostro e ilumina mis pupilas, me obliga a cerrar los ojos. Corto una flor, es un geranio de color blanco y con el centro violeta, es hermoso.

Pienso en ti, en todas esas noches que espere paciente, en todos esos días, horas, minutos, segundos, micras, que se hicieron eternos sin tu compañía.

Me pregunto en donde estas, tal vez a cien millas, o quizá en el planeta de al lado. Quisiera no pensarte más. Cierro mi libro de anotaciones que guarda las cosas bellas que algún día me dijiste, todas las mentiras que tantas veces me parecieron verdad.

Ilusa, absurda, tonta, nauseabunda, piltrafa, remedo de lo que un día fue perfecto. Tantas ideas rondan mi cabeza, que quisiera vomitarte a la cara lo que siento, pero me reprimo, basta recordar la buena educación que me dieron mis padres para callar las ganas de explotar.

Y aunque nos separen dos minutos de distancia, se que “tú y yo” jamás será, porque así tiene que ser, porque esta escrito en el códice que juntos construimos. Miró el reloj, es mucho más tarde que ayer, te esperaría otra vez, pero no lo haré, no lo haré.

Regreso a casa, las gerberas que me diste hace unos días están marchitas. En el centro una Lily se esfuerza por sobrevivir. Entre la podredumbre del agua, lo bello se resiste a morir.

Decido sentarme en el sofá, mi casa se ha vuelto sala de operaciones. Elijo el vodka como esterilizante, hago un corte vertical directo en el pecho. Mi corazón aún palpita, se niega a morir. Finalmente decido arrancarlo, duele, hay sangre por todos lados. Afilas la lengua y das el corte final, yo misma te he pedido que lo hagas. “Termina de una vez y vete. No te preocupes, ya no siento nada”.

Te acompaño a la puerta, un agudo dolor me atraviesa. Siento un hoyo en el pecho, es un vacío, hay un hueco!.

“No te preocupes, yo cierro” – dijiste sin vacilar... lo dude por un minuto, pero no amor, seré yo quien de la última patada, el movimiento desesperado de quien se encuentra en agonía. Debe ser que aún tengo esperanza de que no termine.

Mis ojos se nublan, parece un diluvio, todo es tan borroso, finalmente has dado el veredicto clínico. “No hay nada que hacer, lo siento, necesita un nuevo corazón, el suyo ha sufrido dos heridas mortales”. Te pido un abrazo de consuelo y en el instante en que te descuidas, te doy un beso. El más corto de toda mi vida, el más intenso. Apenas alcance a rozar tus labios, “Te amo”, se rompió el silencio.

Escuche un latido, pero no era mío, mi corazón esta muerto, pero el tuyo sigue latiendo......

...................................................................................“No te preocupes amor, Yo cierro”.